El culto católico requiere de nuevas formas, de nuevas expresiones. Por lo que el genio creativo del hombre se afanará, a lo largo de la historia del edificio, en crear esculturas, pinturas o piezas de orfebrería que lo acerquen y le hagan más comprensible el mensaje de Dios. La Catedral se convierte así en el más importante centro de creación plástica de la ciudad. De este modo, la arquitectura y las artes se fusionan hasta crear un todo, hasta configurar un espacio suntuoso y sobrecogedor. Un arte al servicio de la fe y de la liturgia, pero también a la exaltación de la belleza