El auge del culto hacia el Santísimo Sacramento y la importancia que adquiere la festividad del Corpus Christi, instaurada en 1263 por Urbano IV, junto a la autorización de las procesiones públicas a partir de 1316, conllevará el desarrollo de una tipología en la orfebrería de nuestro país. A las primitivas cajas eucarísticas de carácter procesional, le seguirá la definición y difusión de las custodias, entendidas como tronos dignos de conservar y custodiar a su Divina Majestad.

Sin embargo, habrá que esperar hasta el siglo XVI, cuando Enrique de Arfe traiga, desde su Alemania natal, un nuevo concepto de custodia procesional. No cabe duda que, de la mano de este orfebre, la custodia torre o de asiento se consagra como una tipología característica y genuina de la orfebrería hispana. Sin lugar a dudas, esta aportación realizada por Enrique de Arfe marcará un hito en la evolución del arte de la platería en nuestro país y establecerá una diferenciación respecto a otros modelos europeos.

De nuevo, Enrique de Arfe introduce en Córdoba la novedad que supone la creación de una custodia de fuerte componente arquitectónico, concebida como una torre diáfana en la que se otorga de visibilidad al viril que porta al Santísimo Sacramento. Asimismo, la dota de un complejo programa ornamental e iconográfico, de inequívoco sentido catequético, que es materializado a través de la presencia de multitud de esculturas. Por todo ello, vuelve a consagrar un modelo que seguirá siendo difundido por las generaciones posteriores de artífices, como se advierte en la obra de los plateros Francisco de Becerril, Antonio de Arfe o Juan Ruiz.