Este retablo, cuya traza quizás corresponda a Hernán Ruiz III, fue contratado al entallador Francisco de Vera con fecha de 23 de octubre de 1582. Por otro lado, Alonso de Lara y Baltasar del Águila son los encargados de acometer, respectivamente, las labores de dorado y estofado y las pinturas en tabla que en él se localizan.

Su estado de conservación resultaba deficiente, con el desarrollo de una serie de patologías que afectaban tanto al soporte como al dorado y a las policromías. Tras la realización de los correspondientes estudios se concluye la incidencia tanto de agentes abióticos (oscilaciones de la humedad y acumulaciones de polvo) como de otros bióticos (insectos xilófagos y hongos) y se opta por desarrollar una intervención que abarque tanto a su estructura arquitectónica como al ámbito del dorado y las pinturas

La propuesta de restauración a desarrollar en este retablo se concreta en diferentes fases conducentes al objetivo común que supone la recuperación de su óptimo estado de conservación. Asimismo, en todas y cada una de las acciones planteadas figura el cumplimiento de los criterios de reversibilidad, compatibilidad y estabilidad.